jueves, 8 de febrero de 2018

Reseña de La Forma del Agua (The Shape of Water)

La Forma del Agua Poster
Director: Guillermo del Toro
Actores: Sally Hawkins, Michael Shannon, Richard Jenkins, Octavia Spencer, Doug Jones
Duración: 123 minutos
País: Estados Unidos
Año: 2017

En una pequeña ciudad cerca de la costa pero lejos de todo lo demás, en los últimos días del reinado de un príncipe justo, conocemos, gracias a un hombre que nos cuenta sobre ella, a la princesa sin voz. En la temporada de premios, en los primeros días del mes de marzo de nuestro tiempo, veremos, tal vez, que dicha historia se llena de trofeos. Más, al hablar de eso, ¿les diría -me pregunto- que comparto que se merece toda la gloria?

Antes de responder a la pregunta, por si acaso no lo sabes, amable amigo que me lee, te lo aclararé. Esta película está nominada a 13 premios Oscar y se ha llevado numerosos laureles en otras ceremonias parecidas. En México llegó a las salas de cine con mucha expectativa y gran fama. Personalmente, la esperaba con ansias desde que se estrenó (y ganó) en el Festival de Venecia en el mes de agosto del año pasado. Uno de los pocos casos donde sí esperaba mucho a priori de un filme.

Contestando la interrogante pendiente: No, aunque me hubiera gustado decir lo contrario, no creo que se merezca todo su halo victorioso. Es buena, muy buena tal vez, pero no magnífica. Quería amarla, sumergirme completamente en ella. No pasó. Ahora que no es una chica del montón ni mucho menos.

"¿Qué debería decirles?", se preguntó el crítico. "Pues empieza por decir de qué trata" se respondió él mismo... Es sobre Elisa (Sally Hawkins), una sordomuda que anhela amor. Sentimental y físicamente. Lo encuentra con un pez humanoide de sudamérica que, dicen los que lo conocen, es un dios. Eso es lo más importante. Sucede en los años sesenta del siglo XX, durante la guerra fría. Ella es una trabajadora de limpieza en una instalación militar secreta, él fue capturado y llevado a ese lugar porque estudiándolo y obteniendo sus habilidades especiales tal vez ayude en la lucha contra los soviéticos. El encargado de obtener ese conocimiento es Richard Strickland (Michael Shannon) y obtendrá eso a base de golpes o con un escalpelo en una autopsia. La chica no tiene a muchos amigos pero cuenta con Zelda en sus horas de faena (Octavia Spencer) y con Giles (Richard Jenkins), su vecino maduro a quien visita antes de partir a laborar y quien le invita tartas verdes de comer. No solo comparten viandas, también el deseo de compañía.

El amor difícilmente florece cuando uno de los novios vive en una pecera y el otro no, así que se da una fuga, unos momentos de apasionada compañía en un escondite y una búsqueda por parte de los militares. ¿Al final pudieron vivir felices para siempre? Descúbranlo ustedes mismos. Lo que les puedo decir es que estamos frente a una linda y clásica estructura de cuento de hadas. Una con sangre, dedos putrefactos, asesinados, maltrato animal y desnudos. Todo lo anterior no la hace menos agradable, al contrario, es más hermosa debido a eso. Sin embargo, y esto es lo que me entristece, yo no salí completamente convencido del relato. ¿Por qué? ¿Por qué no puedo caer enamorado si es tan bella? :(

Puede que sean los personajes y su tal vez excesiva búsqueda de simpatía: hay negros despreciados, una discapacitada, militares obtusos, blancos abusivos y represores, un homosexual sin salir del clóset y hasta un científico frustrado; puede que sean algunos pequeños detalles en donde me parece que exagera: Strickland y sus muchas maldades, tal vez demasiado uso de imágenes (y significados) de viejas películas o curaciones muy rápidas de varias heridas de bala, entre otros; de seguro que es, sobre todo, con esa relación dudosa. Se eleva muy rápido y yo la sentí más de un solo lado ("A él no le gustas tanto").

Felizmente hay cosas que están más haya de la duda. El director y escritor, Guillermo del Toro, dijo que hizo el filme pensando en Sally Hawkins y se nota. Es dueña absoluta del papel. Sus manos indican furia o picardía y en ella está la clave de todo el asunto. Lo expresa con su sonrisa, con su mirada, con su rutina mañanera y, en especial, al desnudarse por fin en la compañía de alguien más.

El ensamble de actores es la compañía perfecta a la protagonista. Principalmente Jenkins. Es un amigo entrañable que en un momento parece, con razón, abandonarla y que no obstante se convence y la sigue hasta el final. Spencer no titubea aún en un papel algo estereotipado y Shannon es, como sugiere el narrador al inicio, el verdadero monstruo (aunque ya escribí que tal vez con un poco de menos maldades hubiera quedado aún mejor). Los acompañantes del director en las tareas técnicas también destacan. El diseño de producción recrea de gran forma los años sesenta y da atmósferas características a diversas locaciones (un laboratorio calabozo, una pista de baile en escala de grises, un adorable cine o un departamento lleno de agua, por ejemplo). El compositor de la banda sonora, Alexandre Desplat, da piezas tranquilas que se acoplan a la atmósfera y al ritmo de las imágenes. El departamento de edición hace que dos horas pasen a buen ritmo y el de vestuario no deja a ningún personaje sin hacerlo vivir mimetizado en la época. To-do se ve que ha pasado por el ojo detallista de un director dueño absoluto de una visión, de su relato e incluso del género. ¡Fantástico!

Las dudas que alberga mi recuerdo se disiparán unos instantes cada vez que escuche de nuevo "J'avoue j'en ai bavé pas vous mon amour", al reconocer la idea universal de encontrar a otra persona que se una a mí y cuando me acuerde de la suprema belleza que por un instante inunda al filme: la imagen inmediatamente clásica de una mujer abrazando a un monstruo bajo el agua mientras una voz dice: "Incapaz de percibir tu forma, te encuentro siempre a mi alrededor. Tu presencia llena mis ojos con tu amor, hace más humilde mi corazón. Estás en todas partes”. :_-)

9.0/10